24 de abril de 2009

Give A Lil' Love



Now you and I
Can get together
Let us start a revolution
Change this world
To what it should be
And forget all this confusion

We could live together
For the sake of love
What are we fighting for
Oooh now
We could start healing today

If we can just learn to give
Give a lil' love
You and I can change the world
Live a lil' love
Make it better if we try
Show a lil' love
Let your love rain
Let it rain down on me

Now if we wait and do nothing
Then what about their future
How can we look into their eyes
And say we love our children
We can make it better
Feel the love inside
Forget foolish pride

Achmed (recomendado)

23 de abril de 2009

Un sábado normal


Sábado 18 de abril, un día común. Tenía que ir a la universidad para reunirme con un grupo para avanzar o intentar avanzar un trabajo que ya veo nos va a costar tal vez varias amanecidas y red bulls (gracias Villanueva). Como de costumbre, salgo de mi casa y respiro - ..siempre me resulta purificador el salir sola y caminar, aunque no lo hago muy seguido, por eso aprovecho esos momentos -, pienso que tal vez, como tantas otras veces que he hecho grupo para algún trabajo y he tenido que reunirme con este, llegue primera y tenga que esperar mínimo una hora. Es normal, es la "hora peruana".."qué se puede hacer", en fin..llego al paradero y trato de divisar alguna mancha gris de smog al fondo de la calle que anuncie que se acerca un micro. Como era sábado, no me preocupaba acerca de si iba a ir parada hasta Javier Prado, el vehículo debía estar vacío a esa hora de la mañana, y así fue. El recorrido normal de un día cualquiera desde una cuadra X de San Luis hasta Javier Prado. No agradecí al cobrador; muchas veces lo hago...no, realmente pocas veces, solo cuando percibo en él a alguien educado y no a un típico mañoso que para cortejando vulgarmente a toda mujer que se le cruce. Bajo, trato de correr para llegar a cruzar a tiempo sin que me atropelle un desquiciado y orate esquizofrénico a quien - muy seguramente - le está ganando la carrera más adelante otro imprudente Meteoro. Pero bueno, ya estaba dentro y no me quedaba otra opción que ponerme en manos de un loco y dejarme llevar, un día más, por este aventurado carruaje sin saber si llegaré viva a mi destino (aunque al fin y al cabo así no me encuentre dentro de un micro nunca es segura esa respuesta). Desenredé los audífonos de mi mp3, los instalé en lo más profundo de mis tímpanos para abstraerme lo más posible de toda esa realidad que a veces solo prefiero ver en mute. En el transcurso puedo recorrer una y otra vez las 18 emisoras que he grabado en mi reproductor y cantar y bailar en mi mente para luego dar paso a mi inconsciente pero muy frecuente "mirada melancólica" hacia la calle y así observo a la gente pasar y pasar mientras pienso en el lado fútil de la existencia humana a comparación de la vida de las hormigas, perros y otros animales que gozan de la suerte de ser solo eso, animales, y no hombres. Yaaaa, no es que odie a la humanidad, todo lo contrario, la amo y lo que manifiesto es producto de mi pura decepción frente a ella, que todavía sé que tiene para más pero no da nada. Y no es que esté siempre con cara de malos amigos debido a esto, generalmente ando muy feliz, yo sí pongo mi cuota para cambiar el mundo y trato de promover la idea siempre que puedo, eso me mantiene contenta y con esperanza felizmente la mayor parte del tiempo, y si en el lujoso carruaje luzco seria es probablemente porque me dijeron que a veces haga eso para que no se aprovechen de mi nobleza.


Bueno, esta parte de la combi ya está muy larga así que ya llegué a Pershing. Supongo que en el trayecto subieron y bajaron varias personas y estuve también mirando los detalles de algunos momentos y pensando en qué podrían estar pensando los pasajeros. El reggeaton, la salsa, balada y todo lo demás me hizo perderme, hasta que de pronto giro la cabeza para ver en qué andaba la situación "interna" y vi a una señora comiendo una fruta sentada en el asiento que ésta delante de la puerta del micro, esos que están colocados uno frente a otro, cuya disposición me parece excelente para que surja una conversación inter-pasajeros, pero que, sin embargo, es desperdiciada, ya que la gente solo se sienta ahí, mira para cualquier otro lado menos al frente, paga y se baja. La cosa es que esta señora conversaba con el cobrador, a quien le sonreía coquetamente, aunque ella lo hubiera calificado solo como "amigablemente"; me parecía genial que hable con el cobrador, es más yo lo he intentado una que otra vez, siempre que este cumpla con el perfil de un cobrador amistoso. Yo no tenía ni idea de qué hablaban entre ellos porque estaba con mi música en "Volumen MAX", pero me gustaba verlos e imaginarme más o menos el diálogo explícito que tenían, y el implícito que se expresaba en la mirada de la señora, quien cada vez me asustaba más. Ya en La Marina me encontraba mirando de nuevo a través de la ventana, pero un sonido externo irrumpió en mi canción y al voltear me doy cuenta de que la señora de la fruta se encontraba aún en mi panorama y que protagonizaba un pleito con el conductor; yo mantuve mis audífonos puestos pero bajé un poco el volumen porque la curiosidad me mataba, sin embargo, alcé el volumen de nuevo pensando que seguro se trataba de una discusión típica acerca del momento en que la persona requiere bajar y el momento en que el conductor decide cuándo detener el vehículo. Empero la discusión no paraba y decidí apagar el mp3 de una vez por todas e involucrarme auditivamente en el mundo real de nuevo; para cuando lo apagué solo llegué a escuchar los quejidos fuertes casi a gritos de la señora aludiendo a que ahora tendría que caminar mucho más y cosas por el estilo, mientras que el carro iba frenando. La señora no paraba de gritarle al chofer hasta que decidió por fin bajar..se encontraba en el último peldaño del micro y el conductor no tardó en decirle a su cobrador conquistador: "Oye, ayuda a la abuelita". En mi mente dije: "la recontraca..nción", y ¡para qué dijo eso el muy cortés!..la señora, que era todo menos vieja y sorda, dio media vuelta y volvió a subir, esta vez cogiendo fuertemente su bolso, el cual usaría como herramienta y arma para responder al agravio, y así fue. Le cantó todo el arbol genealógico al conductor y él se defendía, ella amenazó con llamar a la policía, él la retó y ella cumplió. "POLICÍAAAAA POLICÍAAA!!" gritaba sin bajarse del carro parada en su último escalón y buscando alguna autoridad que vaya a defenderla, en vista de que su gil cobrador era un bueno para nada. "Oh sorpresa! qué es eso que veo acercarse? es acaso un..un..p-o-l-i-c-í-a? JA! debe ser una joda para Tinelli! pero si acá en Perú no hay eso! y menos de esos que se aparecen justo cuando uno los necesita!!" pensé. Pero era cierto. Un policía en vivo y en directo, como para pedirle un autógrafo a ese insólito y posible superhéroe (ya, estoy exagerando). Cuando el no muy corpulento hombre de casco y lentes oscuros se acercó a socorrer a la señora, ella bajó en ese instante del micro, que hasta entonces había forzado a detenerse ubicándose en la puerta y dificultando el trabajo del dueto. Al parecer, estos estaban ligeramente apurados porque 4 segundos después de que bajó la mujer el micro fugó sin importarle nada. El público presente espectaba desde sus asientos cuchicheando sobre lo que podría pasar a continuación; "lo van a parar" le advirtieron al chofer, pero él hizo caso omiso y siguió avanzando, solo hasta que oyó las sirenas del carro policía casi a su lado, persiguiéndolo; cuando el auto pudo alcanzar al micro, el policía desde su ventana le gritaba que se estacionara, y entonces fue ahí que el espíritu santo intervino por obra y gracia de Dios..y el chofer obedeció.
El piloto aparcó e inmediatamente empezó a sacar todos los documentos que encontraba en las cavidades más recónditas de su carro, mientras que el coqueto cobrador se manifestaba: "dale 10 soles! ahorita le saco los 10 soles y ya", yo me limité a reirme, de hecho esbocé una sonrisa que se burlaba de la situación pero que a la vez sugería un "no puede ser". El policía bajo del auto y se paró afuera de la puerta del piloto a pedir explicaciones, mientras que este último le rogaba lo disculpase y le daba toda la razón en lo que se decía. El comisario respondía furioso: "yo no tengo por qué disculparlo señor! Usted me ha hecho correr!"; no sé por qué pero cuando lo escuché hablar sentí por un momento que no era un verdadero policía sino más bien, un hombre disfrazado de este, o tal vez un hombre que resultó ganador de algún concurso para ser policía por un día. Lo veía muy serio y muy afanoso con el hecho de cumplir con su papel como para ser verdad, incluso sus alzadas de voz me evocaban recuerdos de películas en las que aparecían militares o qué se yo, parecía como si lo estuvieran poniendo a prueba y tuviera que pasar ese examen de transparencia. Al instante, dicha autoridad nos dijo que tendríamos que bajar del vehículo, así que cada uno cobró su pasaje y bajó; fue así que mi trayecto hasta la avenida La Marina me salió gratis. Caminé hasta la esquina para tomar un carro que me cobre cincuenta hasta la Católica y ya. Llegué a la universidad, y al poco tiempo me encontré con un miembro de mi grupo; sin embargo, el resto del grupo llegó muchos minutos después de lo acordado, pero "no importa" me dije, "es la primera vez que hago grupo con ellos, condescendencia"... ... ... ... ... "pero hagan eso una vez más y rodarán riñones". Esa fue parte de mi sábado, 18 de abril, un día común.