[...] y ella sólo atinó a decir una vez más:
- ¿Hasta cuándo esperaré que alguna estrella se pose sobre mi balcón?
Él, irritado por la tediosa conversación que venía arrastrando desde hace un par de horas, pensaba que ella, habiéndose mudado de casa tantas veces y tan continuamente, había olvidado que no tenía balcón alguno en ese nuevo lar, sino sólo cuatro paredes y una puerta paradójicamente desgastada y cubierta por telarañas.
Muy dubitativo respondió:
- Te puedo prestar mi bicicleta.
- ¿Ah?
- ¿Sabes? Podrías salir tú misma a descifrar el firmamento, pero eso sí, tendrás que ir a buscar la bicicleta tú misma.
- ¿A dónde?
- A mi balcón, tú sabes cómo llegar a él.
6 comentarios:
Inviable, pues, Lorelai. Fácil con estupefacientes para ella, como hizo el tipo que te conté que hablaba sobre el postmodernismo(¿te conté?)
Me gusta leerte. Qué ingeniosa eres, oye
Yee, gracias :)
No, no me has contado sobre ese chico de los estupefacientes, queda pendiente para algún laargo martes!
Un balcón por 4 paredes? Duro cambio...
Un gusto leerte...
Sigue caminando.
lindo está.
Gracias :)
Publicar un comentario