Habíamos estado ya sentados cerca de veinte minutos, y el repertorio era el mismo. Yo escuchaba sus canciones favoritas a través de sus audífonos sin que yo los llevara puestos; a él le gustaba el volumen alto. Yo, a su lado, le acariciaba la cara y lo miraba permanentemente, durante todo el camino a la universidad. Estábamos sentados en los asientos posteriores de una couster a la que parecía divertirle toda nueva maniobra que hiciera mantener en el aire por un microsegundo a todos los pasajeros. Nosotros dos, sin embargo, nos encontrábamos más allá de cualquier situación o contexto material que se pudiera describir y clasificar; los violentos movimientos del vehículo no me impedían abrazarlo y mantenerlo unido a mí a cada instante, literalmente.
Me ubicaba al lado de la ventana y él junto a mí, y a su otro costado nadie, aunque sí había un señor pensativo un poco más allá. No pensábamos en que las miradas se posarían tal vez sobre nosotros. Yo le preguntaba sobre asuntos banales y sólo para que apenas él respondiera yo enganchara mis brazos detrás de su cuello y empezáramos a besarnos, una y otra vez, muchos minutos, supongo. No estábamos más en el carro, sencillamente habíamos volado y la noción del tiempo se disipó con nosotros.
En medio de toda la pasión, me percaté de la nueva presencia de una chica que se había sentado a su lado e intentaba leer. ¿Cómo rayos pretendes leer en una couster? pregunto yo, siempre veo universitarios leyendo dentro del carro y parecen haber dejado todo a última hora. Pero no importa, yo lo tenía todo como para reparar en detalles ajenos a nuestro mundo. Lo tomaba de la mano mientras él tarareaba sus canciones metaleras; hablábamos dos minutos y el resto es historia..de gloria. Mis brazos alcanzaban su espalda mientras que nos comíamos a besos desvergonzados. La única larga interrupción fue la del cobrador; mostramos nuestros carnets universitarios al pagar, igual que la chica de al lado, quien "disque" disimuladamente los observó y luego torció la cara tras un gesto raro...bueno, me apena. Pagamos y el resto del camino fue nuestro de nuevo, emprendimos vuelo; sin embargo, esta vez la sensación de ser observada me causó incomodidad. Provenía de ella...yo mantenía los ojos cerrados pero percibía cierta mala vibra en el ambiente, así que por momentos solo aparenté hacerlo; y era verdad...la chica nos miraba intermitentemente y con disgusto, como recitando el popular "vayan a un hotel". Pero "no pues chica, tú no sabes lo que es el amor" pensé, sin frenar nuestras manifestaciones explícitas de afecto, "no creo que sea tu caso, no querrías mantenerlo en secreto". Luego de cada vistazo que nos echaba, volvía la cabeza reflejando en los ojos una sorpresa y un asco evidente que le hacía imposible seguir leyendo (si es que antes podía). No seas cucufata.
Luego de unos quince minutos ella no dudó en cambiarse de sitio a un asiento que se desocupó delante de nosotros. Yo me sentí más tranquila después de eso, aunque en ningún momento su anterior cercanía me impidió continuar con lo mío. No quería hacerla sentir incómoda, pero tampoco me iba a privar de los abrazos y todo, TODO lo demás. Claro que igual parecía un poco atónita frente a nuestro desenfado, pero era gracioso ver cómo contrastaban sus expresiones con las caritas felices de su bolso.
..
- Puente baja.
2 comentarios:
ese es tu bolso.
¿con que tú eras la cucufata que trataba de leer?
Jaa, sí pero no soy tan cucufata, lo que vi sí era un EXCESO.
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