[...] Pero lo que muchos otros no saben es que un gran porcentaje de personas no desean morir en incertidumbre, que hasta prefieren antes el rechazo, y es lo mínimo que buscan y esperan encontrar a toda costa; todo sea por morir sabiendo...y con tranquilidad, paz. Con la satisfacción de que el rechazo era fundado y no sólo una enfermiza alucinación la de los días previos. Claro que después de muertos se seguirían preguntando si hubiera sido posible hacer algo al respecto para poder cambiar el rumbo de lo que fue. E igualmente se imaginan lo felices que hubieran sido de haber pasado por etapas que ahora parecen haberse extinguido con ellos, pese a su muy probable inexistencia.
Lo angustiante es no saber las fechas de las muertes y, por consiguiente, que no sepamos cuándo actuar de manera persistente o cuándo arriesgar...que posterguemos siempre todo. Se supone que el desconocimiento de tal fecha debería inducirnos a hacer todo lo contrario. Es tan extraño el ser humano.
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