26 de abril de 2010

Como cuadros se mueven

No sabría cómo precisar la dimensión en la que me inserto cuando mis sentidos tienden a neutralizarse en el presente y cuando es mi esencia, mi componente más minimalista, el que es transportado a una de los tantos hitos en la línea trazada por mi cuerpo, mera materia terrenal pensante, en el espacio, en los espacios, en los años.
A veces creo ser un simple generador y re-creador de impulsos emocionales, de recuerdos permanentes, vivaces, de espacios que pasaron por mi gris recorrido a través de mí, porque al fin y al cabo los concibo, desde donde estoy, como ventanales, de esos que primero veo distantes y luego se aproximan a mi círculo vital, se mueven hacia mí de frente, con desenfreno, y yo en ese estado prescindo de medidas preventivas que me puedan auxiliar (como si lo quisiera). Es frente a ellos que me limito a levantar los pies para dejarlos pasar e irse con la corriente tensa que los olvida en el camino y cuyo presagio suele alborotar mentes impávidas como le da la gana. Luego de eso, los ventanales están destinados a regresar al baúl, de donde físicamente nunca salieron, si es que llegaron a existir.

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