23 de febrero de 2010

Broagh

- Disculpa, ¿tienes más libros de Sartre, de esta editorial?

No, no habían más y en mi billetera solo languidecían tímidos carnets. Bueno, solo lo pregunté para saber si debía regresar luego en busca de las típicas náuseas, muros plagados de estanterías y libros, seres que me los alcanzaran...o nada en realidad.

Se ofreció amablemente a ayudarme a buscar sartrerías en una editorial más costosa que yo no estaba dispuesta a pagar, evidentemente. Solo lo dejé asistirme porque parecía pisar el suelo con la diestra de manera permanente, mientras me hablaba y mis orejas se recogían al reconocer el tono fresco de una voz carente de un proposíto específico, además del de incitar a regresar a la librería (él no lo sabía, claro está; muy astuto el que te contrató).


O tal vez era una simple voz amable y yo lo estaba exagerando todo para que el post quede más bonito.


Se dio cuenta de que buscaba textos de corte existencialista, uno nauseabundo de ser posible, pero como no me vio regurgitar (acudí al diccionario para que no suene mal), manifestó que Kierkegaard tenía un libro muy bueno, y que si bien no me atraparon las arcadas, me sentiría más a gusto con la angustia, y además con el peinado que lucía el autor en la portada, calificado por él como 'paja', 'macanudo' o algo por el estilo.

Aseguré de manera cordial que regresaría uno de esos días, y él dijo que buscaría el libro por el que pregunté al principio, y así, en caso de no encontrarnos nuevamente, yo podría tener el libro a la vista para entonces.

Agradecí sonriendo, porque no era para menos, y me fui.

La puerta estaba abierta...sí, porque ese otra obra de Sartre tampoco estaba, pero yo ya lo había leído. Aparte, hacía mucho calor.

Trataba de convencerme de que de repente podía comprarme el libro más asequible, aquel que vi en la entrada, por el que sí podía regresar.

9 de febrero de 2010

Laguna

¿A qué le gritas? Al viento
Sumerjo mis pies en la más gélida de las lagunas y chapoteo
Laguna teñida de verde, reflejando hojas y tenue cielo
No hay forma de rozar la inmensidad si no es abandonando algún cimiento
Conocimiento
Dicen que las más preciosas armonías solo se oyen bien cuando el alma estremecen
¿Y quien se siente movido por el silencio?
Tal cosa no existe cuando no huyes a la laguna
Letargo y fluidez

Ya no sabes nada
Corres, arañas la tierra

Adviertes cicatrices carmesí en el agua
Tendido, yaces en ellas

Ignoras lo que eres
Solo un universo oscuro, cuando no ves
Descubres nubes ahogadas en el cielo
Estrellas presionan contra tu espalda.
Nebulosa a flor de piel
Fusión

Finalmente has olvidado sus nombres

¿A qué le gritas?
Al mundo.

¿Y las lágrimas?
Son de gozo

…e impacientes serpentean hasta la laguna
O hasta las nubes
O las estrellas.

8 de febrero de 2010

"Hola de nuevo"

Me levanté del piso con ayuda de mi papá, y luego él se despidió del chico alto de lentes con un cálido apretón de manos; aparentemente ya se conocían bastante tiempo. Ese 'joven individuo' parecía haber terminado de presenciar algún ejercicio mío dentro de ese salón colmado de colchonetas. Era mi turno de despedirme de él y este, sin pensarlo y mediante un gesto extraño, me extendió su mano como para que yo se la estrechara, así que fue lo que hice, tal como mi padre. Pero inmediatamente después, sin soltarle la mano, acerqué bruscamente mi mejilla a la suya, no para darle un beso en ella como se hace convencionalemnte, sino únicamente para decirle al oído de manera sumisa: "Discúlpame".
Se dibujó en su rostro una pequeña sonrisa por compromiso que sólo expresaba lo poco convencido que estaba.
No sé la razón pero tenía la sensación de haberme disculpado ya muchas veces con él, de modo que podía ser que yo siempre volviera a estropearlo todo de alguna manera, o que él nunca se sintiera satisfecho con mis explicaciones.

7 de febrero de 2010

La vida tácita


Era lo típicamente esperado en una escena de pseudo comedia o en una caricatura simplona. Una escena en la que no ocurre nada interesante, tal vez una de esas que podrían usarse como el fondo o contexto que encierra o propicia un verdadero acontecimiento.


Aguardando por entrar a la sala, se encontraba una larga fila de gente, encabezada por una ferviente amante del cine cuya boca, al hablar, no estaba exenta de argots característicos que la definían como tal, así como tampoco de un raro titubeo al conversar rápidamente. Tras ella se encontraba un señor de mediana edad luciendo un sombrero como de pescador y, a juzgar por los demás componentes de su atractivo atavío, parecía efectivamente haber culminado hace poco una fructuosa labor desde algún lado del mar, y ahora se disponía a leer el periódico y a ver una película como parte de su gratificación. En tercer lugar, hizo su aparición una pareja de esposos quienes rondaban los cincuenta años de edad aproximadamente; parecían estar ahí por causa del simple azar de la vida y no reflejaban ni el menor atisbo de lo que se podría llamar amor o siquiera cariño entre ellos. Luego, un esbelto hombre de lentes, con aire de intelectual dedicaba todo el tiempo de espera a leer 'Mujercitas' en una edición bastante antigua, cuyo formato parecía haberse desbaratado con los años, y ahora más y más con el paso de los minutos. Dos jóvenes enamorados (si se buscaba un contraste preciso con la pareja antes mencionada, este era un ejemplo perfecto), cuchicheaban y se mimaban mutuamente a través de los ojos y los gestos, sin importar lo que estuvieran hablando; ella leía una carta, probablemente escrita por él, ya que esporádicamente interrumpía la lectura para lanzarle una mirada de complicidad...bueno, al parecer no pudieron costear unas entradas para el cine y ver 'Amor sin escalas' o algo así. Les seguía un grueso y voluminoso hombre de barba, con el pelo sujeto en una cola, quien parecía lucirse como un sabelotodo en una conversación que mantenía amenamente con otro señor, a quien no logré observar porque estaba de espaldas y su voz era mucho más apacible que la del 'corpulento'. Ah, y no creo ser la única que se percató de un extraño bulto entre el cuerpo de este último y su gran polo amarillo...un bulto con forma de celular parecía no necesitar soporte o bolsillo alguno para ser portátil, "¡cómo avanza la tecnología!", pensé. Después, observé al hombre de atrás, uno muy delgado, con apariencia de ser reservado o más bien tímido, pero luego de sumarse a la conversación del sabelotodo y el hombre 'X', terminó por cambiar de aspecto hacia uno medio conflictivo, hablando (y no muy bien) del algún otro centro cultural. La persona que le seguía sí era la más tímida, un hombre que no hablaba con nadie, pero esbozaba una sonrisa particularmente amable además de un tic en los ojos que lo hacía asentir a toda situación, pero que le daba un semblante de inocencia. Tras él, un joven muy simplón pasaba desapercibido, era otro cinéfilo que conversaba de manera entusiasta con la primera chica de la fila cuando a ella se le ocurría dirigirse al sitio de este; se conocían desde antes, pero al parecer no lo suficiente como para que ella le cediera algún sitio más adelante (alivio para muchos, en realidad). Posterior al joven, una chica que tampoco hablaba con nadie y parecía gustarle, ya que se le veía muy plácidamente ensimismada por momentos, mirando detenidamente a los demás y escribiendo, posiblemente, descripciones de ellos en su celular. Detrás, se encontraba un grupo de cuatro ancianos o casi-ancianos filosofando de forma alegre acerca de la vida y del Perú, de los cambios, de los eventos culturales en apogeo, etc.


La gente restante en la fila era mucha, y a la chica del celular no le apetecía describir a todos, además sentía que los otros eran ya muy convencionales..(como si los primeros no lo fueran).

Nada como una escena de la vida cotidiana tratando de ser desmenuzada y descifrada.

La película me gustó.

22 de enero de 2010

...

"Si un hombre cualquiera, incluso vulgar, supiera narrar su propia vida, escribiría una de las más grandes novelas que jamás se haya escrito".

Giovanni Papini

21 de enero de 2010

Pesadilla # 437

Me encontraba de pie en el centro de mi cuarto un día común, rodeada de mis comunes cosas. No sé qué hacía situada ahí sin motivo, solo miraba a mi alrededor. De pronto tuve la sensación de estar en un ascensor, y sentí un terror que me me tumbaba las piernas, porque éste aparentemente no subía, sino que bajaba...y a toda velocidad. Grité como nunca en mi vida lo había hecho al ver a través de mis ventanas cómo las casas vecinas parecían elevarse o crecer, y luego quedé ensordecida con el estruendo causado por el progresivo derrumbe de mi edificio. El piso ya había empezado a adoptar una posición diagonal, y yo yacía sobre él, gritando, porque al parecer era lo único que podía hacer. Sabía que mi madre estaba también dentro del departamento pero no recuerdo haberla visto hasta después. Lo último que recuerdo haber advertido desde mi habitación era una especie de maquinaria compleja de gran tamaño ubicada en la calle, fuera de las viviendas de mi cuadra, y esa era la explicación de todo: estaban demoliendo nuestro edificio con personas dentro. Y lo último que recuerdo haber sentido, además de la terrible preocupación por mi familia, fue por alguna extraña razón, una angustia por todo lo que guardaba en mi habitación. No sé qué diablos hacía pensando en mis libros, documentos, y cosas personales en ese momento, pero era una idea dentro de la cual me hallaba prisionera...y muy débil.

Luego de notengoideacuántas horas, me veía bajando a un almacén, llorando escandalosamente por el acto tan inhumano que habían perpetrado los responsables de la demolición. Mi madre me esperaría arriba. Bajé corriendo apresuradamente unas escaleras, siguiendo una indicación dada por un hombre qué parecía ser parte de los culpables, y que sin embargo, lucía muy tranquilo y satisfecho. Todavía no tengo ni una leve sospecha de lo que pude haber escondido o guardado entre mis objetos personales, como para que me sintiera empujada y obligada a revisar el casillero que me habían asignado, con todos ellos dentro, amontonados caóticamente. Pese a ya haber asegurado que mis pertenencias estuvieran completas, empecé a sentir un pesar, asociado tal vez al hecho de tener que comenzar a vivir de nuevo, a organizar de nuevo mi casillero, todas las cosas de mi vida, todas juntas en un solo rincón sin ningún orden.

Pocos días después, una suerte de mini-hotel de dos pisos había tomado el lugar de nuestras casas, y yo me encontraba con mi mamá en una de las piscinas de éste, situada en la azotea, al borde del edificio, desde el cual se veían las calles, los vecinos y las miradas de estos sobre nosotros, los huéspedes, que ahora disfrutábamos del sol y de un chapuzón en donde el agua rebosaba hasta caer a las veredas.

18 de enero de 2010

Desconcierto

La ofuscación es inevitablemente invocada cuando pienso en que esta vida, no solo la mía sino la vida humana en general, pudo haber tomado un rumbo distinto con cada decisión que no fue tomada en el pasado, con cada error, con cada olvido. Qué sería de nosotros ahora si se hubiera recorrido otra vía.

Es lafrustracióneimpotenciadenosabercasinadadenadainclusodelaexistenciaonodeotravida.

Eso último no sería tan disparatado si entendemos que de esta vida misma nada entendemos. Es decir, no debería sorprendernos que luego de morir aparezcamos viviendo de nuevo de distinta manera, porque sería tan inexplicable como la razón de este primer boceto.

Ahora yo me pregunto: ¿porquénierdapiensotantosdesvaríos?

No sé y no importa, prefiero pequeños delirios eventuales antes que una gran crisis existencial de golpe.

14 de enero de 2010

Cielos norteños

[...] and I have left the warmth of the sun
and a millions adventures not yet begun

the great sense of passing through...
the great sense of passing through...
the great sense of passing through...

Heartache and poetry

Under these northern skies..



Paolo Nutini (..mi más reciente adicción...o algo por el estilo)